viernes, 28 de febrero de 2014

Psicoterapias cognitiva y constructivista: Eficaces para la depresión posparto

La depresión posparto es un problema importante de salud pública que perjudica tanto a la madre como al bienestar, el desarrollo y la salud mental del niño. Hay una cierta controversia en cuanto a la definición, la entidad nosológica y el curso sintomático de este trastorno. Sin embargo, la mayoría de los autores destacan que el trastorno aparece por lo general dentro de las primeras cuatro semanas después del parto y alcanza su mayor intensidad en los primeros seis meses. Aunque tiende a remitir después de haber alcanzado la mayor intensidad en este periodo, produce una considerable angustia a las mujeres y sus familias y hay pruebas de que algunas mujeres continúan mostrando evidencia de la forma subclínica de los síntomas de depresión hasta 2 años después.

La depresión posparto es problemática precisamente porque sus síntomas deterioran o impiden los ajustes necesarios del rol social después del parto. Los síntomas más comunes son: disforia persistente, sentimientos de culpa, trastornos del sueño, ideación suicida, miedo de dañar al bebé, apetito y libido reducidas, funcionamiento mental reducido e ideación obsesiva. Por lo tanto, el funcionamiento de las mujeres en los ámbitos de (a) el cuidado de su bebé recién nacido, (b) la intimidad en sus relaciones con sus parejas, (c) las relaciones con los miembros de la familia y la red social en general y (d) sus funciones laborales puede resultar profundamente perturbado por los síntomas y sentimientos depresivos y viceversa.

Según los estudios epidemiológicos la prevalencia de la depresión postparto oscila entre 10% y 20 %. Tal variación es probable que sea debida a los diferentes criterios de diagnóstico y a diferencias socioeconómicas entre los grupos estudiados. Los factores psicosociales de riesgo más habitualmente asociados con la depresión postparto son: tener 16 años o menos, experimentar uno o más acontecimientos vitales, la insatisfacción marital, una personalidad vulnerable, la falta de apoyo social, antecedentes de trastorno psiquiátrico, la tristeza postparto, depresión prenatal, baja autoestima, ansiedad prenatal, el estrés cotidiano, el embarazo no planificado, los intentos de interrumpir el embarazo, el trastorno disfórico premenstrual y sentimientos negativos hacia el bebé; por ejemplo, tener un bebé del sexo no deseado. Las posibles secuelas incluyen: alteración en las relaciones y el vínculo madre-hijo, conflicto marital y más tarde problemas en el desarrollo cognitivo, conductual y socio-emocional del niño.

La investigación hasta la fecha señala que aunque la mayoría de las formas de psicoterapia analizadas son eficaces en el tratamiento de la depresión posparto se necesita más investigación comparando diferentes enfoques terapéuticos y en particular con respecto a los formatos de psicoterapia específicamente diseñados y orientados al tratamiento de la población específica que sufre de este trastorno específico.

Con el objetivo de llevar a cabo una investigación específica, en este proyecto internacional comparamos un formato manualizado de Terapia Cognitiva (TC) con un formato también manualizado de Terapia Constructivista Relacional Integradora (TCRI). La TCRI se basó en una combinación integradora de técnicas psicoterapéuticas coherentes con un enfoque teórico constructivista relacional y su aplicación concreta a la depresión postparto se basó en el postulado de que el embarazo y la maternidad son acontecimientos vitales que, en función de una serie de factores psicológicos, relacionales, sociales y biológicos, pueden desencadenar en algunas mujeres un ciclo de:

  • Invalidación: Los cambios que se hacen visibles causados ​​por el embarazo y el parto (ya sean hormonales, físicos, sociales, relacionales o emocionales) se experimentan como incompatibles con las posiciones subjetivas nucleares que la mujer había ocupado hasta ese momento.
  • Esta sensación de incompatibilidad puede conducir a un estado de fragmentación entre "las cosas como son" y "las cosas como deberían ser". Por ejemplo, "yo debería querer a mi hijo incondicionalmente, pero a veces me siento muy enfadada con él".
  • La fragmentación evoca sentimientos de frustración ("No puedo soportar más esto, no lo conseguiré nunca"), culpa ("no me debería sentir así, soy una mala madre"), y alienación ("esto sólo pasa a mí, las otras mujeres son madres perfectas y tienen una relación perfecta con sus bebés").
  • Internalización: Como es impensable atribuir conscientemente el origen de tanta ansiedad y sufrimiento al bebé (ya que esto llevaría a aún más culpabilidad ), todas estas emociones negativas se dirigen hacia ellas mismas y esto empeora aún más la invalidación.

Un total de 320 mujeres de las unidades de maternidad en una ciudad brasileña participaron en el estudio. Las evaluaciones de la depresión se hicieron entre 30 y 60 días después del parto, al final del tratamiento y 12 meses después del final del tratamiento. Para evaluar los síntomas de la depresión se utilizó el Inventario de Depresión de Beck (BDI) con un punto de corte ≥ 12 . Las mujeres que mostraban síntomas de depresión fueron invitadas a participar en un ensayo clínico aleatorizado. De las 320 mujeres evaluadas, 115 mostraron síntomas de depresión. De este grupo, 60 fueron elegibles para el estudio.

Las dos terapias mejoraron la sintomatología depresiva (pero no ansiosa) de las pacientes de la muestra. No hubo diferencia entre la eficacia de las intervenciones (p = 0,139), si bien la TCRI obtuvo mejores resultados pues generó más cambios en la construcción del self de las participantes.

En cuanto al mantenimiento de los efectos de las dos terapias, se compararon las puntuaciones medias del BDI al inicio del estudio y a los 12 meses siguientes al final del tratamiento, y se demostró una reducción significativa tanto para la TC (p = 0,05) como para la TCRI (p < 0,001 ). 

Más información en el artículo completo: http://goo.gl/JzXkox