La Construcción de la Realidad: Entre Narrativas y Creencias
Desde una perspectiva constructivista nunca ha habido una realidad única y objetiva, sino una multiplicidad de realidades construidas por cada individuo y/o grupo a partir de sus experiencias, relaciones y marcos culturales. Sin embargo, en esta era de la posverdad, esta multiplicidad se ha vuelto más exageradamente evidente y, a la vez, más fragmentada. En lugar de hallar puntos de encuentro, las narrativas se polarizan, se refuerzan y se convierten en burbujas de sentido, donde los hechos son secundarios frente a las interpretaciones a veces completamente desligadas de las evidencias.
En mi práctica he observado cómo este fenómeno influye en la forma en que las personas interpretan sus propios conflictos y relaciones. Por ejemplo, los clientes a menudo llegan con narrativas influenciadas por discursos sociales que pueden reforzar aún más su percepción de victimización, impotencia o rabia. Aquí, el desafío para el terapeuta no es corregir estas narrativas o imponer una "verdad", sino abrir espacios de reflexión y cuestionamiento que permitan una comprensión más amplia y flexible de la experiencia.
El Papel del Terapeuta en un Mundo de Posverdad
En este entorno, el rol del terapeuta se asemeja al de un facilitador de diálogos internos y externos. Cuando los clientes traen consigo realidades profundamente influenciadas por las narrativas de la posverdad, el objetivo por supuesto no es descalificar sus creencias, sino comprender el origen y la función que cumplen en su vida. ¿Qué necesidad está cubriendo esa creencia? ¿Qué miedo o vulnerabilidad está escondiendo? Preguntas como estas permiten ir más allá de la superficie de las afirmaciones para explorar el significado subyacente.
Al hacerlo, evitamos caer en una confrontación directa con lo que el cliente percibe como su realidad, ya que dicha confrontación podría reforzar sus aparentes certidumbres y reificar aún más su narrativa. En lugar de ello, la meta es fomentar un diálogo en el que las interpretaciones puedan coexistir y, eventualmente, ser cuestionadas desde un lugar de seguridad y empatía.
Caso Ejemplo: La Historia de Ana
Ana acudió a consulta en medio de una crisis familiar que había fracturado la relación con sus padres. Durante nuestras primeras sesiones, me contaba cómo estaba convencida de que sus padres estaban manipulados por los medios de comunicación, quienes —según ella— distorsionaban la realidad para generar miedo y obediencia. Desde la perspectiva de Ana, sus padres habían sido víctima de un “lavado de cerebro” y estaban completamente cerrados a cualquier otra forma de ver el mundo. Ella, por su parte, se sentía impotente e incomprendida.
El enfoque inicial fue comprender cómo Ana había llegado a construir esta narrativa y qué función cumplía en su vida. Durante el proceso, fuimos desvelando que esta percepción le ayudaba a mantener una distancia emocional con sus padres, protegiéndose del dolor de sentirse rechazada por ellos. Sin embargo, también le estaba impidiendo conectar con sus propias vulnerabilidades y abrirse a la posibilidad de un diálogo diferente.
Al invitar a Ana a explorar cómo se sentía al ver a sus padres bajo esta luz tan negativa, empezaron a surgir emociones de tristeza y miedo. Poco a poco, nos enfocamos en validar esos sentimientos y en cuestionar de manera no confrontativa qué podría significar para ella abrirse a la posibilidad de que sus padres también estuvieran intentando, a su manera, lidiar con la incertidumbre de un mundo que les resultaba confuso.
Reencuadrando la Realidad: De lo Rígido a lo Relativo
Un fenómeno común en la era de la posverdad es la rigidez de las creencias. Las personas tienden a aferrarse a aquellas versiones de la realidad que validan sus emociones o les brindan un sentido de pertenencia y seguridad. Como constructivista, creo que el reencuadre de estas creencias no es un simple ejercicio retórico, sino un proceso profundo que implica resignificar el pasado y abrirse a nuevas formas de ver el presente y el futuro.
Cuando un cliente se siente atrapado en una visión del mundo que le genera sufrimiento, el reencuadre no busca invalidar su experiencia, sino ampliar su perspectiva. La pregunta no es si algo es verdadero o falso, sino cómo esa creencia afecta a su vida y a sus relaciones, y qué nuevas perspectivas podrían ser más enriquecedoras y útiles para su bienestar.
Construyendo un Espacio de Confianza en Tiempos de Desconfianza
La era de la posverdad también ha traído consigo una creciente desconfianza hacia las instituciones, los medios y, en general, hacia la figura de los “expertos”. En este contexto, el terapeuta puede ser percibido como un representante de esa autoridad que muchas personas han aprendido a cuestionar. Por ello, resulta fundamental que la relación terapéutica se construya desde la autenticidad, la transparencia y el respeto mutuo.
Crear un espacio de confianza implica mostrarse abierto a escuchar y validar la experiencia del cliente, incluso cuando sus creencias puedan parecernos inflexibles o distorsionadas. Desde esta base segura, es posible explorar conjuntamente qué historias se están contando y cómo esas historias afectan la forma en que la persona se relaciona consigo misma y con el mundo.
Conclusión: Psicoterapia en la Era de la Posverdad
En definitiva, la era de la posverdad nos invita a reflexionar sobre el papel de la psicoterapia en un mundo donde las certezas son cada vez más frágiles y las narrativas más polarizadas. Como terapeutas, no nos corresponde determinar qué es verdadero o falso, sino facilitar un espacio donde las personas puedan cuestionar, explorar y reconstruir sus realidades de una manera más consciente y compasiva.
La posverdad no es sólo un fenómeno social o mediático, sino también un desafío personal para cada uno de nosotros. Nos invita a ser humildes en nuestras certezas, a abrirnos a nuevas perspectivas y a recordar que, en última instancia, lo que realmente transforma no son las verdades absolutas, sino los significados que construimos en nuestras vidas y relaciones.